Declarado monumento nacional en 17 de enero de 1924, la actual Iglesia parroquial de San Vicente y San Valero cuenta con la singularidad de ser el templo catedralicio situado en una localidad de menor población. Este dato no desglosa la importancia histórica y cultural de un espacio rico en patrimonio y ejemplo del románico.
Su primera construcción data del siglo X en tiempo de los condes ribagorzanos Ramón y Garsenda, antes de la fundación del Reino de Aragón. La destrucción tras un ataque musulmán perpetrado por el hijo de Almanzor, obligó a su reconstrucción hacia 1030. Su máximo apogeo coincide con el obispado de San Ramón, cuyos restos descansan en la cripta en una hermoso sarcófago. El traslado de la sede episcopal a Lérida, con el avance de la Reconquista, restó peso dominante a la catedral.
El edificio es predominantemente románico, pese a las transformaciones. Este estilo es claramente reconocible en su planta rectangular de tres naves paralelas coronadas por sendos ábsides semicirculares y tres criptas subterráneas.
Otro de sus tesoros románicos es el claustro. Cuatro galerías asoman a un jardín central a través de una balaustrada cuyos ábacos, capiteles y sillares se inscribe todo un necrologio de los siglos XII y XIII. Una capilla, también de estructura románica, se levanta en la cara norte de la catedral con la sala capitular a los pies. Cierra el costado norte del claustro el comedor capitular y otras dependencias, que ahora guardan un restaurante.
En la fachada se abre un pórtico de acogida al que se accede desde la plaza por una amplia escalinata. Una torre campanario de planta hexagonal de tres cuerpos, con ventanales a los cuatro vientos, cierra este pórtico por el lado este.
A su estructura románico lombarda de primera hora en la cara exterior de los ábsides, que miran al oriente, conviene añadir en detalle la portada principal abierta a mediodía y derramada en arquivoltas concéntricas, ornamentadas con baquetones, capiteles historiados, escocias y trasdoses de fino claveteado decorativo, y portal tallado en madera de puro entrelazado mudejar.
Dentro, es de admirar la cripta central, construida a instancias de San Ramón, que la consagró en 1125. En ella que puede contemplarse el singular sarcófago de este santo labrado con motivos de la infancia de Cristo y en el que el 27 de diciembre de 1170 se depositaron los restos del citado santo obispo.